Salsa de setas
La mayoría de las recetas que he encontrado por interné utilizaban vino dulce, mantequilla y nata líquida, pero como yo no tenía nada de esto pues improvisé con lo que había.
Ingredientes: Medio bote de setas (me da la impresión que sirve cualquier tipo de setas, yo lo he probado con llanegas y rovellons [níscalos en Castilla]. Puedes comprarlas frescas, pero en mi caso salen más a cuenta las que vienen envasadas en un bote, ya que las tienes en la despensa para cuando hagan falta, no hay que limpiarlas y dan menos trabajo), media cebolla dulce, un diente de ajo, aceite de oliva, vino blanco, leche entera y maicena.
Preparación: Cortas media cebolla en trocitos pequeños, la echas a la olla/sartén con aceite, y que se vaya dorando (siempre mejor a fuego lento, aunque tarde más, así mientras vas haciendo el resto). Sacas las setas del bote (tantas como te hagan falta o apetezcan), comprueba que no tengan arenillas y las cortas en tiras al gusto. No hace falta que sean regulares ni nada así, pero recomiendo los trocitos pequeños para que se repartan más por toda la salsa y algunos trozos más grandes para decir "Hey, somos setas de verdad y estamos aquí, mira que generoso es el chef". Cortas también el diente de ajo (sin piel por diós, sin piel), en láminas de 2'3 milímetros (venga ya! A ojo, leñe, todo a ojo y al gusto).
Echas las setas cortadas y el ajo en otra olla sartén con un poco de aceite, para que se hagan como si estuviesen a la plancha. Que no se queme el ajo por diós, o adiós todo, así que no te pases con el fuego y ves removiendo. Cuando la cebolla ya esté dorada la añades a las setas sin echar el aceite (guarda el resto del aceite para otra fritura colándolo, que al precio que va...). Si el ajo se va dorando entonces el mundo es maravilloso, si ya se ha quemado mejor que abras un bote de tomate y cambies la salsa del menú.
Lo remueves todo y entonces le añades el vino blanco (o lo que tengas a mano. Cerveza serviría?). Echa un culillo, como para cubrir el fondo de la olla, pero sin pasarse. Vas removiendo un rato y cuando veas añades la leche (ahora sí, cubriéndolo todo).
Remueve y date cuenta que ese es un buen momento para añadir algo de queso, si tuvieses. Para que la salsa se reduzca tienes que ir removiendo y esperar que se evapore el agua sobrante, confiando en que la leche no se "romperá" (que empiece a salir el suero por un lado y grumitos blancos por otro, nada malo, pero echa a perder la salsa). Para evitarlo y acelerar el proceso de la salsa recomiendo que vayas espolvoreando Maicena mientras revuelves. Si no tienes Maicena puedes usar harina, aunque esta última puede hacer grumos.
Resultado: Ya está! Tienes una salsa magnífica y alucinantemente buena. No habrás utilizado nata líquida (que siempre se me acaba estropeando en la nevera por falta de uso o nunca la tengo cuando la necesito) por lo que puedes decir que te preocupas por la línea de vuestros invitados cuando en realidad eres un cutre (como yo) y quizás parecerá que sabeis cocinar (no, como yo no).
Consejos: Mientras tanto puedes ir haciendo la pasta y en quince o veinte minutos lo tienes todo preparado. Cuando lo presentes cúrratelo un poco y echa algo por encima, ya sean hierbas (perejil, o albahaca, hierbabuena no que es muy fuerte...) o pimienta, aunque sólo sea para hacer bonito.
Prueba con otras setas, las hay muy sabrosas por lo que cuidado con las cantidades. Un hallazgo son las setas secas, que las pones en remojo la noche antes y las tienes listas para cocinar.

Preparación: Cortas media cebolla en trocitos pequeños, la echas a la olla/sartén con aceite, y que se vaya dorando (siempre mejor a fuego lento, aunque tarde más, así mientras vas haciendo el resto). Sacas las setas del bote (tantas como te hagan falta o apetezcan), comprueba que no tengan arenillas y las cortas en tiras al gusto. No hace falta que sean regulares ni nada así, pero recomiendo los trocitos pequeños para que se repartan más por toda la salsa y algunos trozos más grandes para decir "Hey, somos setas de verdad y estamos aquí, mira que generoso es el chef". Cortas también el diente de ajo (sin piel por diós, sin piel), en láminas de 2'3 milímetros (venga ya! A ojo, leñe, todo a ojo y al gusto).
Echas las setas cortadas y el ajo en otra olla sartén con un poco de aceite, para que se hagan como si estuviesen a la plancha. Que no se queme el ajo por diós, o adiós todo, así que no te pases con el fuego y ves removiendo. Cuando la cebolla ya esté dorada la añades a las setas sin echar el aceite (guarda el resto del aceite para otra fritura colándolo, que al precio que va...). Si el ajo se va dorando entonces el mundo es maravilloso, si ya se ha quemado mejor que abras un bote de tomate y cambies la salsa del menú.
Lo remueves todo y entonces le añades el vino blanco (o lo que tengas a mano. Cerveza serviría?). Echa un culillo, como para cubrir el fondo de la olla, pero sin pasarse. Vas removiendo un rato y cuando veas añades la leche (ahora sí, cubriéndolo todo).
Remueve y date cuenta que ese es un buen momento para añadir algo de queso, si tuvieses. Para que la salsa se reduzca tienes que ir removiendo y esperar que se evapore el agua sobrante, confiando en que la leche no se "romperá" (que empiece a salir el suero por un lado y grumitos blancos por otro, nada malo, pero echa a perder la salsa). Para evitarlo y acelerar el proceso de la salsa recomiendo que vayas espolvoreando Maicena mientras revuelves. Si no tienes Maicena puedes usar harina, aunque esta última puede hacer grumos.
Resultado: Ya está! Tienes una salsa magnífica y alucinantemente buena. No habrás utilizado nata líquida (que siempre se me acaba estropeando en la nevera por falta de uso o nunca la tengo cuando la necesito) por lo que puedes decir que te preocupas por la línea de vuestros invitados cuando en realidad eres un cutre (como yo) y quizás parecerá que sabeis cocinar (no, como yo no).
Consejos: Mientras tanto puedes ir haciendo la pasta y en quince o veinte minutos lo tienes todo preparado. Cuando lo presentes cúrratelo un poco y echa algo por encima, ya sean hierbas (perejil, o albahaca, hierbabuena no que es muy fuerte...) o pimienta, aunque sólo sea para hacer bonito.
Prueba con otras setas, las hay muy sabrosas por lo que cuidado con las cantidades. Un hallazgo son las setas secas, que las pones en remojo la noche antes y las tienes listas para cocinar.